miércoles, enero 18, 2006

Bitácora cinematográfica















Porque ustedes lo pidieron (algunos, no todos, unos por real interés, otros por morbo), aquí van mis impresiones acerca de las últimas escapadas al cinito:


· King Kong de Peter Jackson, me pareció una buena película en la cual el paladín de la versión cinematográfica de El señor de los anillos explota al máximo los aprendizajes que obtuvo al filmar esta última. Grandilocuente y con momentos de tensión al por mayor, tal vez su mayor reclamo sea la intensidad dispareja a lo largo del filme. Comienza lenta y demasiado descriptiva, cuestión que se disculpa por la hermosísima reconstrucción del Nueva York de principio de los treinta. Con actuaciones bastante olvidables, resalta por todos lados la imaginería visual y la disposición de elementos de producción que tuvo a la mano el director y “la libertad creativa” que obtuvo al aportar parte del costo financiero de la misma. Una historia ya vista, pero que no defrauda si se observa como una obra en su conjunto. Los habitantes-zombies de la isla inexplorada, de lo mejorcito de toda la película.


· Después de la media noche (Dopo mezzanotte) es una película que engancha por tener un lema por demás atrayente: “La nueva Cinema Paradiso” o algo por el estilo. Nada que ver. A pesar de tener su atractivo en la nostalgia que despierta el hecho de ver sobre la pantalla fragmentos de películas mudas, sobre todo del gigante de la comedia física Buster Keaton, la cinta no pasa de plantear buenas intenciones. Con elementos ya vistos en cintas como Amèlie (la voz en off), el triángulo amoroso (uff) y la disyuntiva amorosa entre la total inocencia de uno de los pretendientes de la protagonista y el exceso de mundo sobre los hombros del otro (tipo El diario de Bridget Jones), el filme no cumple con lo que promete su frase publicitaria. Muy, muy lejos de Giusseppe Tornatore y muy cerca de la comedia amorosa con tintes “intelectuales”. Ideal para asistir en pareja y darle un besito, eso sí, sólo si el otro se mantiene despierto.


· Las crónicas de Narnia (The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe), influida por el aire épico que El señor de los anillos dejó en el ambiente y que dará todavía para un rato de filmes de este tipo, es un esfuerzo notable por parte de la Disney de llevar a la pantalla grande una parte de la obra de Lewis, amigo íntimo del mísmisimo Reuel Tolkien. La cinta es cumplidora en lo que se refiere a los efectos visuales y al aspecto que tienen los personajes mitológicos que aparecen en la cinta. Tiene los elementos básicos de cualquier cinta de entretenimiento “familiar” y el objetivo a ratos parece ser en definitiva y exclusiva, el público infantil: niños bonitos en peligro, un traidor que se regenera, un súper héroe que se ofrece en sacrificio confiando en la redención del traidor, soldados fieles a un líder nato, villanos esquemáticos y feos, feos, feos, según el cánon de belleza maniqueo que las cintas para público “infantil” han construido, y personajes “cómicos” y “tiernísimos”. La historia es predecible, pero no por ello menos disfrutable. Lo que me agradó más de la cinta fue el aspecto, por un lado del general centauro del ejército de Aslan y, por el otro, la del sicario minotauro de la Bruja Blanca, por cierto Tilda Swinton, maravillosa en su caracterización.


· La joya de la familia (The Family Stone) es la clásica comedia romántica de Navidad en la que lo más atractivo es el elenco que ofrece, por ejemplo, a Diane Keaton como una madre súper alivianada que, nada es perfecto, está a las puertas de la muerte; a Sara Jessica Parker como la neurótica novia del hijo consentido de la familia Parker y que a mí sí me gusta en su papel de Sex and the City; y Luke Wilson como el hijo-hermano-primo-amigo mariguano que todos tenemos en la familia. Predecible y perfecta para sentirse bien y con la conciencia tranquila una tarde de friolera invernal. Nada fuera de lo común, puro divertimento palomero.



· Elizabethtown de Cameron Crowe, es una de las propuestas más decentes que se presentaron en la cartelera de fin de año y que todavía anda rolando por algunas salas. Narra la historia de un diseñador que en la cumbre del éxito comienza una debacle que lo llevará a planear un singular y “metrosexual” suicidio que es interrumpido por una llamada en la que su hermana le informa que su padre ha muerto mientras visitaba a unos parientes en su pueblo natal. Por lo cual, el protagonista tiene que desplazarse hasta dicho pueblo para recoger el cuerpo de su padre. Esta película es disfrutable porque es obvio que detrás hay un guión bien trabajado y porque escondido tras muchas apariencias (la de una road movie, la de una comedia romántica, la de una película motivacional), encierra significados muchísimo más interesantes que los que se pueden apreciar a simple vista. Aderezada con una selección musical de poca madre, es una de las mejores opciones de esta cartelera de fin-principio de año que esperemos comience a levantar a partir de la entrega de premios que hace la industria cinematográfica alrededor del mundo.


· Lo más rescatable en estos días es el ciclo de Programas dobles que la Cineteca Nacional ofrece en la sala 5 de este complejo, dedicado a la vida y obra de Monty Phyton, seis cintas que nos muestran un panorama de las mejores películas que este estupendo grupo de cómicos ingleses realizó entre los últimos años de la década de los setenta y los últimos de los ochenta, cintas como El santo grial, La vida de Brian, El sentido de la vida, Jabberwockie, Erik el vikingo y Brasil serán exhibidas todos los sábados y domingos de enero en la mencionada sala. Lo mejor es que los organizadores ya prometieron, para el mes de febrero, un programa amplio y saturado de películas de los hermanos Marx. Que nos aproveche.


· De nada.

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