lunes, junio 05, 2006

Cosas que no se tendrían que hacer a los niños

1. No hay que hablarle a los niños como si fueran retrasados mentales. Cada vez que algún nuevo miembro de la cofradía de amigos o conocidos cercanos, o ya de plano la señora que viaja en el metro, se pone a hablar con un niño que todavía no asimila bien la onda del hablar, me dan escalofríos. Las “conversaciones” giran en torno a cosas tan edificantes como: “Bebé, bebé, agu gu ta-ta el bibi”, “como tà, como tá”. Una vez vi a un niño señalando un auto y a la madre decir, “rrrrunn, ruunn, el carrito, ¿te gusta el carrito?”, cuánto no hubiera dado para que en ese momento el niño volteara a ver a su madre y le dijera: “¿Carrito? Pero tú estás mensa o que te pasa. Es un Mercedes, una joya de la ingeniería alemana, debieron construir aviones pero terminaron construyendo estas obras de arte. ¡Carrito! A ver si te cultivas un poco, eh, madre”.

2. El ratón de los dientes no existe. Una de las cuestiones más sádicas que he visto es aquella en la que las madres convencen a sus pequeños cachorros de tirarse los dientes de leche con el mito del ratón de los dientes. ¿Cuántas torturas físicas o psicológicas no habrán tenido que soportar los escuincles con tal de disfrutar de una mísera moneda de diez varos? Además, ¿se imaginan el terror de un chamaco que se despierte a media noche y vea a un enorme ratón bigotudo cargando una bolsa de monedas y sosteniendo en otra una cantidad ingente de colmillos apestosos y cariados? El terror. Además, con ese mito de los ratones, lo único que estamos consiguiendo es que nuestros niños aprendan a odiar a los gatitos por cuestiones puramente monetarias.

3. Ser niño es lo más maravilloso del mundo. Cosa que puede ser cierta, a excepción de los siguientes casos: 1. Cuando eres más pequeño que los demás y todos te agarran de su puerquito; 2. cuando eres el matado del salón y todos están autorizados a hacerte burla; 3. cuando tu mamá es muy guapa y todos los guarros de sexto te gritan “m'ijo” (o cuando es tu hermana y tu apodo de toda la vida se queda en el “cuñado”); 4. cuando tu mamá cree que un cocktel de frutas o un sandwich de germinado es más rico que una jícama callejera con miguelito o un raspado con hielo de agua tratada; 5. cuando tienes una mamá que cree que vives en el Polo Norte y te pone encima hasta tres suéteres, uno tras otro; 6. cuando tu papá es repedote y tienes que aguantarlo cuando le dice a sus cuates de briaga: “éste es mijo, éste si va ser bien chingón”; 7. cuando te besuquea la tía gorda de pésimo aliento mientras te aprieta los cachetes; 8. cuando te mandan a dormir temprano porque se va a hablar de “cosas de adultos” lo cual quiere decir que los “grandes” van a hacer guarradas, embrigarse hasta morir y pelearse porque se acabaron los hielos; 9. cuando te obligan a jugar con los primos que te caen en la meritita punta del Everest; 10. cuando tienes que acompañar a tu hermana cuando sale con el novio al cine, para que no se la cachondee muy recio en la semioscuridad del recinto; 11. cuando te dicen que por ser niño no sabes nada, así que te callan. Aparte de estos inconvenientes, y otros que no menciono, ser niño no es precisamente el paraíso que todos pintan.

4. Ser bueno quiere decir hacerle caso a los padres. Mentira. Por lo regular, son los padres los que llenan de la mayor cantidad de prejuicios y malas mañas a los niños. Algunos ejemplos. “Si habla por teléfono tu abuelita, dile que no estamos, pero que nosotros le regresamos la llamada”. En el metro: “métete por debajo del torniquete, a fin de cuentas que todavía cabes”. En la alimentación: “hoy no tengo ganas de hacer de comer. Vamos al McDonalds”. En la escuela: “llévale este regalito a la miss, a ver si así no te reprueba”. Etc. Etc. Etc.

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