lunes, septiembre 18, 2006

Fiestas patrias

Me dirigí con muchas ganas de revivir recuerdos de años lejanos en la feria de mi pueblo este fin de semana y me encontré con una gran sorpresa. La tal independencia y autodeterminación se convirtió en un discurso aún en los puestecitos "tradicionales" de la tan mentada feria. Yo esperaba comprarme un ajedrecito de madera de esos que nuestros ancestrales y vascoquiroguianos artesanos realizan en sus pueblecitos olvidados y resulta que nomás nanay. Todos los puestos de la tan mentada feria estaban llenas de chucherías chinas de a tres varos y de alcohol que podías consumir sin represalías de ningún tipo en plena calle y ante la mirada displiscente de polis y autoridades.
         En mi pueblo nos preciamos de ser alternativos políticamente hablando (hemos tenido alcaldes priístas, panistas, el de hoy es de Convergencia, creo que hasta uno del extinto PPS), y resulta que la bestia que actualmente tiene a su cargo la presidencia municipal no cuidó, pero ni tantito, los contenidos de los puestos de la feria. Parece que lo único que importó fueron los ingresos masivos de derechos de piso que entraron a las arcas de la presidencia municipal. Había, por ejemplo, una "exposición" de fotografías del siglo pasado (desde los años veinte hasta nuestros días) en los que se mostraba el oficio futbolero que los tlatlauquenses siempre hemos tenido. Nos estaban organizadas ni cronológicamente, no tenían como una fechita o una explicacioncita de qué diablos era lo que estábamos observando. Y el colmo: estaban protegidas por un plasticote cristal que ya ni en mi mesa de la cocina. Parecerá sacrílego, pero el mejor alcalde que hemos tenido fue un panista que lo "único" que hacía era recoger la basura, pintar los señalamientos de tránsito, poner placas en todas las esquinas con los nombres de las calles, cambiar los desagües y las instalaciones de agua potable (hasta que llegó nos dimos cuenta que nos estábamos envenenando con las tuberías de plomo), tapar los baches, terminar un puente que tenía como quince años de comenzado, construir un libramiento para el centro de la ciudad, organizar el mercado, regularizar los intestados, ah, y traer cosas tan interesantes a la feria como sinfónicas, cantantes de trova y grupos de rock de adolescentes con poca técnica pero muchas ganas. No era gran cosa, pero no le hacía todo el juego a la estupidización acrítica patrocinada por la televisión. El alcalde de Convergencia trajo como aperitivo cultural el famosísimo show de Tony Flores (?) que dice mi hermana que le dijeron que es un cómico alburero. En fin.
         Total que me quedé sin mi ajedrez, porque no habia ni un puestecito de artesanías. Las únicas artesanías a la mano eran teléfonos celulares de juguete, aparatitos electrónicos de espías y sombreros de paja con la efigie de los Chicago Bulls. Me enojé mucho, como no hacía mucho tiempo. Y me pregunté, como lugar común inevitable, ¿que chingados estamos celebrando?

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