sábado, mayo 03, 2008

Sobre la novela gráfica


Terminé de leer el libro Historia social del cómic de Terenci Moix. Más allá de la utilidad que seguro tendrá para mi trabajo de tesis, me llamó la atención una de las definiciones que hoy son de uso común y que se refiere, sobre todo, a los comics que son de acceso un tanto restringido para el público común y masivo: graphic novel.
          La novela gráfica, al menos en el caso del idioma español, tiene como origen el tratar de evadir a la censura franquista que sufrió España. Las novelas gráficas eran, según dfinición de Moix:

La novela gráfica es ciertamente cómic, sólo que, como su pretencioso nombre indica, desarrolla un tema único (sentimental o de aventuras) siguiendo las coordenadas estructurales de la novela burguesa, buscando incluso una misma forma de penetración psicológica de los personajes. Este sistema altera notablemente la estructura original del cómic, no sólo por el formato influencia y a la vez difusión del libro de bolsillo), sino por la exigencia misma del relato, que al prescindir de la serialización transforma la gradación de efectos dramáticos que caracteriza al comic-strip. En este aspecto, la herencia del comic-book es evidente, si bien las ambiciones de totalidad dramática de la novela gráfica exceden a la aventura corta de aquél, cuyas dimensiones, al fin y al cabo, no habían sido más que una prolongación mínima de una comic-strip narrada sin particiones impuestas por la aparición cotidiana.


De ahí, plantea la posibilidad de clasificarla en tanto de temas en cuatro grandes rubros: Melodrama, Oeste, Aventuras policíacas y Hazañas bélicas. En ese sentido pensé en la proliferación, en México, de títulos, sobre todo durante la década de los ochentas como: El libro semanal, Clásicos de la literatura, El libro policiaco, La novela policiaca, El libro vaquero, y los diversos Sensacionales que atestaban los puestos de periódicos. Todos ellos entrarían, sin gran conflicto, dentro de la definición propuesta por el catalán.
          La forma en que la high culture y la low culture se cruzan parece, incluso, broma de mal gusto. Cabría preguntarse, en ese sentido, las características que definen la lectura de cada uno de estos productos. Es claro que el nivel de comprensión y de interpretación de los textos difiere entre el Sensacional de verduleros y The Watchmen, por poner un ejemplo extremo.
          Para pensarse.

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