viernes, diciembre 26, 2008

Manifiesto de carretera (parte 2)


"Stay" (Lisa Loeb, Reality Bites Soundtrack)

6. I'm only hearing negative: no, no, no
No quiere decir no. Aún cuando parezca que quiere decir sí. Las negativas son claras siempre. Sería extraño encontrarse alguien que, después de una negativa rotunda, cambie de la misma forma su manera de pensar. O de vivir. O de sufrir. ¿Por qué entonces tenemos que estar al pendiente del cambio de esa negativa? Los no's resuenan en la cabeza más tiempos que los sí's. Porque regularmente esperamos escuchar un sí, y cuando lo escuchamos tendemos a olvidar incluso el motivo de esa afirmación. Pero los no's se nos clavan en lo más profundo del alma. A veces luchamos para cambiarlos, pero la esperanza es algo muy traicionero, volátil, improbable. Si le ofreces a alguien cambiar tu vida y, de paso y afirmativamente, la suya y la primera respuesta es No. Reversa, buscar el retorno más próximo y echar a andar con el volumen ensordeciéndote y el auto dibujando líneas sobre el pavimento.


"Hombre real" (Hombres G, 10)

7. Siempre reacciono más tarde de lo normal
Se vale cagarla. Totalmente. Pero también se vale corregir los errores. Empezar por no generar falsas expectativas, por mostrar las cosas como realmente son. Al final sólo somos seres humanos. Estamos condenados a enamorarnos, a sentir culpa y a equivocarnos. Y bueno, a morir también, pero regularmente eso ocurre después de todo lo mencionado anteriormente. Antes de morir convendría tomar conciencia de las cosas que marchan mal y tratar de remediarlas. Y que el remedio sea mejor que la enfermedad. Si el remedio es la renuncia, venga. Si el remedio es la lucha a capa abierta, también. Pero tener claro algo desde un principio: no podemos hacernos pendejos y pensar que lo que hacemos no tendrá consecuencias.


"Anyone Else But You" (Ellen Page & Michael Cera, Juno Soundtrack)

8. Don Quixote was a steel driving man
Lanzarse a misiones que parezcan una locura. Lo más radical: que nos parezcan una locura incluso a nosotros mismos. Ver, o al menos intentarlo, lo que los demás no pueden, o no quieren, ver. Montar a Rocinante y salir a orear las armas oxidadas. Soportar las risas ajenas con la misma convicción con que sabemos quiénes somos. En el éxito, no esperar la dulce muerte, como el famoso manchego, antes bien disfrutar de eso que hemos ayudado a la vida a otorgarnos. Los molinos de viento no pueden durar para siempre. Al menos no tanto como para soportar una buena y convencida lanzada.


"Tesoro" (Gustavo Cerati y Leo García, Al fin su CD)

9. A los que quieren verme muerto no les puedo enseñar a vivir
Dejar de dar explicaciones cuando las cosas son evidentes. Abandonar la pretensión de que uno puede vivir en paz con todo el mundo. Los enemigos son algo natural, algo que no podemos evitar. Algunos incluso lo son por pura vocación. ¿Qué obligación, entonces, tenemos para llevarnos bien con alguien que de entrada plantea su necesidad de joder a los demás? Lo mejor que nos puede ocurrir es darnos cuenta de la inutilidad de tratar de conciliar siempre. Algunas veces hacen falta unos buenos madrazos para que los demás, o uno mismo, reaccione ante lo imperfecto de la vida. El secreto está en tener bien claro qué queremos, cómo vamos a lograrlo. Y si alguien viene a tratar de arrebatárnoslo, mandarlo alegremente a la mierda. Nunca perder los propios sueños buscando que los demás cumplan los suyos.


"Sitting, Waiting, Wishing" (Jack Johnson, In Between Dreams)

10. Must I always be playing, playing your fool?
Un amigo me dijo, hace tiempo: "Si no quieres que te traten como a basura, no te comportes como basura". ¿Dónde termina el esfuerzo real por conseguir que algo funcione y dónde comienza la pérdida de la propia dignidad? Pareciera un límite fácil de determinar para los que miran desde la barra, pero algo siempre en movimiento para el que está frente al toro. Y el toro suele, a veces, ser un hijo de puta. Y de repente, uno se convierte, al mismo tiempo, en espectador y actor del atropello de una bestia que sin piedad nos destroza la femoral hasta desangrarnos. Los aplausos y la porra de un público extasiado con el espectáculo no nos quitará nunca las cicatrices que el encontronazo nos pueda ocasionar. Pero, según las estadísticas, casi todos los toreros sobreviven a las cornadas. Pocas son mortales. Igual la clave está en saber retirarse a tiempo.

3 comentarios:

Victor Jurado Acevedo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Victor Jurado Acevedo dijo...

Los madrasos, los errores, nos hacen héroes estas virtudes valen madres, para esos y esa hijas de la mierda mas hedionda está bien los inventos de enemigos y de peles. Vivir con esos martirios es sufrir a lo pendejo; si estoy enojado por lo que te pasa. Los enemigos de vocación solo y simple no hay que ayudarlos, los pendejos y mafiosos no están a la altura de ser rivales pero como chingan esos pendejos que se caen pata arriba.
Ando caliente. Bueno, saludos de un duro, el mejores año de todos.
Camisa de algodón bien planchada.
Zapatos con lustre.
Con fuerza en los dientes.
Y los puños bien cerrados

Jo dijo...

despues de estos dos manifiestos a dos ruedas, entre tanto kilometraje andado, golpes, tropiezos, encerrones, egos desmadrados y todo lo que se ha ido acumulando... solo me resta mandarte un abrazo.