viernes, enero 09, 2009

Uno igual a todos


Emputecido y solo, a través de la persiana observo el transcurrir de los minutos.
No soy un caso ejemplar, por lo que la ausencia de los otros la siento hasta en los huesos, huesos enfermos de vivir la vida
(de morir la vida)
Con una goma de migajón comienzo a borrarme el nombre, las huellas digitales, la boca y el silencio.
Con una espátula me limo la boca y el honor, la angustia y el placer.
Poco a poco me quito el idealismo, lo romántico, lo libertario.
Lentamente comienzo a ser un no ser. La normalidad se apodera de mi alma y pretende caminar en paz.
Ayer me arranqué los tatuajes y el destino, los amores extraños y los amaneceres no planeados.
Me boté las costras de la rebeldía, cicatricé la nostalgia, me implanté la indiferencia y en poco tiempo seré uno igual a todos.
He dejado de provocar a la muerte. Ahora me dedico a ahuyentarla con cápsulas y mejorales.
Nada ha quedado de mí, y aún con todo esto, la soledad me mira desde sus párpados transparentes y, con la boca cerrada y en secreto, se ríe de todos mis intentos.

1 comentario:

pvot?.. dijo...

o tienes depresión o encontraste el sentido del vacio budista o o o jajjaja no me hagas caso....