viernes, marzo 23, 2012

Día veintiséis: un libro que asocio con la música que me gusta


Camino a casa de Naief Yehya
1994, un año que pasará a la historia como un año de una tonalidad específica. El año del suicidio (no confirmado) de Kurt Cobain, del asesinato de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y de, hacia el final del año, la catástrofe económica en México. Pero también un año con mucho rock. Y con mucho rock en muchas partes. El ascenso del grunge como el género que venía a poner en escena a los mugrosos adolescentes sin futuro que salían de garajes y sótanos a escupir frases contundentes con una rabia que no se había experimentado desde el punk.
         En América Latina se desarrollaba un movimiento, tal vez el último, que buscó de manera consciente (aunque haya sido a través de la consigna y la retórica radical) elementos que le dieran sentido a su propia identidad. Grupos en los que la defensa de lo nacional (o la crítica de ésta), la búsqueda surrealista, la militancia política (animado por fenómenos como los que desató el EZ en México), de exploración de las propias tradiciones musicales y demás cuestiones, hacían brotar un sentimiento de pertenencia a una región, país, o lugar (en el mundo, se entiende) determinado.
         Camino a casa también es una historia de amor, de desengaños, de rebeldía ante las figuras paternas, del sueño por tener una banda de rock, de la necesidad de convertirse en un  otro que no se parezca a Lo Mismo. Una novela que abreva de la tradición de José Agustín y la onda. Pero también de una mirada incisiva sobre las inquietudes de los jóvenes de la década de los noventas. A rockear.

Naief Yehya, Camino a casa, México, Planeta, 1994.

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