miércoles, julio 04, 2012

Sombras nada más


De la galería de frikis que nos ha mostrado en la pantalla el, ya a estas alturas, monotemático y repetitivo Tim Burton, pareciera que Barnabas Collins es uno de los más desabridos. Su más reciente cinta, Dark Shadows, está plagada de los elementos de ambientación, los personajes y efectos visuales que le caracterizan como autor: la casa embrujada llena de pasadizos, los fantasmas etéreos que mudan de angelicales a terroríficos, los niños que vagan por esos escenarios como genios incomprendidos (timburtitos), los familiares amorales y patéticos, la mujer fatal de pechos prominentes, las referencias humorísticas a la cultura pop y, sobre todo, su insistencia en presentar a un outsider como héroe de un romanticismo que ya pinta más cansino que su Alicia en plena pubertad.
      La historia está basada en una serie televisiva de los años setentas que tuvo una relativa trascendencia en términos de público, pero que creó una serie de seguidores que la convirtieron en un relato de culto. Entre esos admiradores están el propio Burton y un Johnny Depp que ha declarado que de niño ansiaba crecer y convertirse en el personaje que encarna en la peli: Barnabas Collins.
      La trama aborda la historia de este personaje, un hijo de emprendedores ingleses en los Estados Unidos del siglo XVIII, que, al rechazar el amor de una bruja, es condenado a ser enterrado vivo y a convertirse en un vampiro. De tal manera que, por accidente, es revivido en plenos años setentas del siglo XX en el pueblo que sus padres fundaron y que en ese momento se encuentra en poder de la bruja autora de su maldición. Y de la ruina de su familia, habría que añadir. 
 
No hay duda de que se adoran. ¿Y el espectador qué culpa?

Y es aquí en donde la historia comienza a desarrollarse con tantas subtramas que no se augura más que una incompletitud y superficialidad en la mayoría de ellas. Ni el misterio de la madre en fondo del océano, ni el del padre de la niña rebelde-mariguana-rocanrolera, ni el misterio detrás del nuevo interés romántico de Barnabas se desvela. El espectador sospecha y nunca confirma la veracidad de sus sospechas. La historia central, esa pugna entre el vampiro y la bruja, devora las demás historias y no permite que los otros personajes terminen de desarrollarse. Probablemente el que más resiente esto sea la matriarca de lo que queda de la dinastía Collins, interpretada por una hermosísima Michelle Pfeiffer, quien carga con la responsabilidad de una casa que podría convertirse en uno de los elementos fundamentales del filme, pero que nunca logra consolidar tal posibilidad.
      Incluso el humor “raro” de los filmes burtonianos, y uno de sus elementos más recurrentes, sufre aquí al apoyarse en cuestiones obvias y superficiales: la descolocación de Barnabas ante una época que no es más la suya, los clichés asociados a la idea del vampiro, la sexualidad desbordada y potentísima que se manifiesta en el coito consumado entre la bruja y el vampiro. Más allá no hay gran cosa. 
 
El trailer.

Dark Shadows es una película hecha para el divertimento, para tragar palomitas y para seguir rindiendo tributo a una asociación que por su propio bien debería de terminar (Burton/Depp). Quienes asistimos a ver la cinta esperando algo similar a Edward Scissorhands, o Mars Attacks!, o, en la falta de expectativas, a Sweeney Todd, salimos totalmente defraudados. Quienes van queriendo reírse un poco, asombrarse con la excentricidad vuelta estilo o confirmarse como fans de Depp, la pasarán de maravilla. A mí me arrancó dos bostezos y medio. Sólo me animé un poco cuando el gran Alice Cooper aparece echándose una rolita. El resto fueron sombras nada más.

 "Conocí a una Alice Cooper".

2 comentarios:

Jo dijo...

entonces si la pasaste muy tenebrosamente? jeje

Anónimo dijo...

El amigo Silverio dice en su cuenta de twitter @silverionr que los mismos que van a ver las películas de Burton son los mismos que votaron por Peña Nieto. Me imagino que debe ser por su estancamiento en un género que por él mismo ya fue muy explotado y aburre.