jueves, enero 08, 2015

Villegas contra los prejuicios del cine de género


Muy cerca del final de Monstruos de laboratorio. La ciencia imaginada por el cine mexicano, Rafael Villegas apunta: “En México, históricamente se le ha pedido mucho al realismo literario y cinematográfico, y muy poco a lo fantástico. No se espera que una cinta fantástica trate asuntos de primera importancia como la política, la economía y la sociedad; la expectativa es que asuste, que impresione, que divierta, que permita evadirse”. En este sentido, el autor pone énfasis en una cuestión que resulta familiar para todos aquellos interesados en el cine nacional: la idea de que el cine de ciencia ficción en México no puede pensarse sino como parodia involuntaria de este género al compararlo con las manifestaciones del cine de Hollywood o los ensayos europeos de la imaginación científica.
          Resulta por tanto estimulante el hecho de que a lo largo del poco más de un centenar de páginas, Villegas se dedique a cuestionar este supuesto. Sin negar el kitsch ni la necesidad de un pacto con el espectador que requiere otorgar concesiones gigantescas, pero analizando de manera acertada el contexto de producción y las implicaciones trasgresoras que muchas de esas cintas de presupuesto limitado proponían.
          Acerca del pacto con el espectador, por ejemplo, se menciona: “Ese pacto hizo posibles escenas como aquellas de Santo contra el Doctor Muerte, en la que el luchador anda enmascarado muy campante por un aeropuerto británico. Cualquiera puede entender, entonces y ahora, que una persona no puede viajar enmascarada en un avión. ¿Acaso en su pasaporte Santo también aparece con máscara? Santo, el héroe de lo fantástico mexicano, vive con máscara. Aquí no funciona la racional doble vida de Batman o Superman; Santo trabaja, turistea, come, bebe y ama con la máscara puesta. Cuando Santo llega a Londres la gente no se sorprende por ver a un enmascarado. Santo anda por los pasillos y escaleras del aeropuerto como si fuera uno más... y nadie lo nota. El pacto ficcional de lo fantástico está hecho. Se trata de una verdadera construcción de un mundo maravilloso (en el sentido que Todorov le da a esta categoría), con sus propias reglas y valores. Puede ser un absurdo, pero un absurdo que encaja con la lógica del imaginario particular que lo consumió”.
          Para quienes accedemos a ese pacto más veces de las que nos gusta aceptar (en mi caso los domingos por la mañana) no podemos más que agradecer un texto como el de Villegas. Ante nuestros ojos desfilan las razones y sinrazones de los científicos locos que aparecen como los villanos predilectos de la ciencia ficción mexicana. A su lado, los benevolentes e ingenuos científicos “buenos” son retratados como la necesidad de otorgar relatividad explicativa a la manera en cómo el conocimiento científico puede ayudar pero también destruir a la raza humana. Porque es algo que, a pesar de que no se menciona de manera literal, el cine mexicano de ciencia ficción ensaya: la manera de pensar que el poder que la ciencia trae consigo vale para todo el mundo, no existen fronteras nacionales de dominio en los propósitos de los villanos de este tipo de cine.
          Hay también la alusión a otros temas que no fueron abordados por los géneros del realismo nacionalista (tanto en su vertiente rural-indigenista-revolucionaria como en la urbana-marginal-negra) de manera frecuente: el papel de la mujer dentro de una sociedad esencialmente machista y sus posibilidades de insertarse de manera exitosa en las actividades que la nueva sociedad presentaba como oportunidades (Villegas comienza su exploración a partir de 1945, el fin de la Segunda Guerra Mundial como arranque de una forma novedosa de ver el mundo).
          Otro de los tópicos abordados con perspicacia y atinado juicio es el que contrapone, de cierta manera, la idea de la religión con la de la ciencia. La manera en cómo lo religioso que prevalece en los ambientes rurales se confronta con las respuestas que la ciencia, identificada con los contextos urbanos, está ofreciendo. El conocimiento racional se opone a la magia. Aparece, como sino inevitable, el debate siempre vigente de la civilización opuesta a la barbarie.
          Los personajes son múltiples: extraterrestres, monstruos, mujeres desvalidas, mujeres villanas y dominantes, reinos bajo del agua, luchadores con músculos invencibles, científicos, sacerdotes, beatas chismosas, charros sobrenaturales... Todos ellos encarnados por actores y actrices que, en muchas ocasiones, confundieron a la persona con el personaje: Cantinflas, Santo, Blue Demon, Piporro...
          Sin duda, este libro es una mirada refrescante para acercarse a uno de los géneros más vilipendiados del cine que se ha filmado en nuestro país: la ciencia ficción.

Rafael Villegas, Monstruos de laboratorio. La ciencia imaginada por el cine mexicano, Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 2014.

Pd. Si les interesa checar una versión interactiva del texto (con links a fragmentos de las películas citadas en el libro), el autor lo está regalando desde esta liga: http://apocrifa.net/s/MONSTRUOS-DE-LABORATORIO-Rafael-Villegas.pdf

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